La institucionalidad
perdida en el Perú
El Perú es un país que ha venido
arrastrando casos de corrupción de parte de sus grandes mandatarios y una
prueba de ello es que, actualmente, Ollanta Humala, ex presidente del Perú, se
encuentra encarcelado ya que se le acusa de haber recibido 3 millones de
dólares de Odebrecht, asimismo, Toledo, también ex presidente, cuenta con una
orden de captura oficial a cargo de Interpol por el Caso Ecoteva. Por último,
se encuentra Alan García quien debería de liderar esta lista de encarcelados
por “presunta” irregularidad en el Metro de Lima y por los muy sonados
“Petroaudios”.
Los casos de corrupción que acabo
de mencionar son solo algunos de los tantos que aún faltan descubrir e
investigar. Resalto esto último porque tenemos un ex presidente, Alberto
Fujimori, que fue condenado a 25 años de prisión por el crimen de lesa
humanidad; sin embargo, no se puede descartar que durante su gobierno no se
haya cometido actos de corrupción.
Por lo antes mencionado es que
considero que la falta de institucionalidad es uno de los problemas que no ha
dejado progresar a nuestro país por el poco interés de respetar las leyes y los
procesos adecuados que debe seguir una institución. Incluso el 20 de abril del
2016 se llevó a cabo el X Foro Internacional de Economía “Quo Vadis Perú 2016:
Rumbo al bicentenario. Fortalecer instituciones, desafío para crecer” que tuvo
por objetivo resaltar la importancia del fortalecimiento de la
institucionalidad en el Perú para lograr un crecimiento significativo en
nuestra economía, ya que esta se ha visto afectada por actos de corrupción y
según el Foro Anticorrupción organizado por la Contraloría en el año 2016, el
costo anual de este antivalor asciende a 10 millones de soles: 1,6% del PBI más
que la inversión en educación a nivel nacional.
Ahora nos estaremos preguntando
por qué en nuestro país no contamos con una institucionalidad fortalecida
puesto que cada institución es independiente y debería de realizar sus
funciones adecuadamente y sin alguna irregularidad de por medio. La principal
causa de este desfortalecimiento es que, según Gonzalo Portocarrero en su
columna “Ciudadanía e Institucionalidad”, vivimos en una sociedad de cómplices
en donde todos están dispuestos a realizar acuerdos en desmedro del interés
común. Esto quiere decir que la afinidad que se tenga hacia algún líder de una
institución estará por encima de la ley y el interés general.
Debemos tener en cuenta que
contar con instituciones que funcionen de manera eficaz y transparente no solo
nos ayudará a mantener estable nuestro desarrollo y crecimiento económico, sino
que contaremos con más puestos de trabajos formales y habrá una erradicación de
la pobreza extrema. Es por ello que César Peñaranda, director ejecutivo del
IEDEP-CCL, señala que la institucionalidad es un elemento fundamental para
encaminar al Perú por la senda de un país del primer mundo.
Por otro lado, en el Foro
Industrial “Industrialización e Institucionalidad: Cimientos para el
desarrollo” participó James Robinson, profesor de la universidad de Harvard y
coautor del libro ¿Por qué fracasan los países?, resaltando la importancia de
la institucionalidad para combatir la corrupción. Por este motivo es que
nosotros como ciudadanos debemos actuar exigiendo a las entidades respectivas
que cumplan su labor con responsabilidad con el objetivo de exterminar este mal
que nos viene acompañando con mucha más potencialidad los últimos veinte años.
En conclusión, deseo terminar
pidiendo a todos los ciudadanos que tomen conciencia de este problema que nos
perjudica obstruyendo nuestro desarrollo integral y atentando contra la vida
digna que merecemos. Además, recordemos que la función primordial de nuestras
instituciones y de quienes la conforman es velar por el bien común desde la
mejora de la calidad de vida.
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